Emilio Renart

Comentario sobre Dibujo N° 1 (Serie Biocosmos)
A diferencia de buena parte de los artistas de su generación, Renart tuvo una formación
tradicional que culminó con el título de profesor por la Escuela Nacional de Bellas Artes.
Sin embargo, su producción resultó innovadora y resistente a clasificaciones en términos
de disciplinas y estilos. Renart explicaba el sentido de la serie de cinco obras volumétricas
que realizó entre 1962 y 1967 con el título Integralismo Biocosmos afirmando que
“exaltaban plásticamente la generación de la materia, el momento de la creación pura y
primaria” (1). La densidad material de esas piezas de grandes dimensiones, naturaleza
heterogénea y connotación orgánica las investía de una corporeidad al mismo tiempo
excesiva y frágil (recordemos que las cinco obras se destruyeron casi por completo a causa
de los traslados y el descuido). Por su parte, el dibujo en cuanto actividad configuradora
por antonomasia era afín a su universo creativo. Para Renart no fue ni un medio
secundario, ni una herramienta para bocetar. Las jerarquías tradicionales cedían ante las
“necesidades expresivas de la creación” (2).
Renart utilizó y adaptó instrumentos variados para esparcir tinta y témpera sobre papel:
aerógrafo, lápiz, bolígrafos y pinceles (3). Y si en 1964 obtuvo una distinción especial en el
certamen organizado por el Instituto Torcuato Di Tella con Integralismo Biocosmos no 3, al
año siguiente realizó una exposición individual de obra sobre papel en la Pan American
Union, Washington, y ganó el primer premio de dibujo en el Premio Braque. El Museo de
Arte Moderno de Buenos Aires adquirió una de las tintas galardonadas, que en 1966 formó
parte de la exhibición Art of Latin America since Independence en el University of Texas Art
Museum. Ese mismo año, incorporó obras muy similares a Dibujo no 1 en la
exposición Investigación sobre el proceso de la creación, que organizó con Kenneth Kemble,
Enrique Barilari y Víctor Grippo en la galería Vignes (4), y en 1967 acompañó con dibujos la
presentación de Integralismo Biocosmos no 5 en la Bienal de San Pablo (5). Este es el
contexto en el cual el MNBA adquirió Dibujo no 1. El imaginario que despliega esta obra
también parece tener una escala a la vez celular y cósmica. Renart no aplicaba una carga
gestual a sus trazos, sino que los concebía como “hechos mecánicos”. Estas formas
redondeadas recuerdan tanto microorganismos como geodas, esas burbujas de piedra
dentro de las cuales toman consistencia los cristales. Y así como sus objetos comenzaban
en la pared y se extendían al espacio de la sala, sus dibujos tampoco se limitan a los
bordes de la hoja de papel: algunos de los trazos continuos y firmes que dan forma a esta
suerte de nodo filamentoso parecen extenderse por fuera del soporte. Se trata de una
concepción continua del universo plástico que implica al espectador –según Paulo
Herkenhoff– en “un ancestral momento de sexualidad en el que cada línea puede ser
considerada la impulsiva capilaridad del deseo” (6).
por Isabel Plante